Hoy es el día de mercado. He vivido la experienca de acompañar al Hermano Sylvanus, el ecónomo de la casa (¡el que guarda el dinero!) a hacer la compra setimanal.
Debo decir que reconocí enseguida que el Hermano Sylvanus es el hombre adecuado para el puesto de ecónomo. ¡Con él no se gasta nada inútilmente! Primero paramos en una tienda donde pudimos conseguir productos secos: leche en polvo enlatada, azúcar, café, refrescos, papel higiénico y cosas de ese tipo.
En repetidas ocasiones le oí decir: «¿Cuánto cuesta eso?». Finalmente, cuando habíamos reunido todas las cosas que el hermano Sylvanus quería comprar, preparó muy meticulosamente una factura con cada artículo y su coste. Cargamos todo en el camión y salimos al mercado.
¡Esto sí que era un sitio exótico! Fila tras fila de gente vendiendo productos frescos. Era un día muy caluroso, y todo el mundo – ya fuera sentado en una mesa o en el suelo- estaba bajo la cobertura de un techo de tela o una lona. Se veían y disfrutaban en abundancia frutas y verduras hermosas y coloridas – todas frescas, orgánicas y sin pesticidas. Mientras íbamos de puesto en puesto, el hermano Sylvanus elegía lo que quería. El comerciante diría: “Eso cuesta 800 SSD (libras sursudanesas, unos 2 dólares estadounidenses). Y el Hermano Sylvanus trataría de bajar el precio: “600 SSD”. “No, 800 SSD”. «¿Qué tal 700 SSD?». “No, 800 SSD”. Esto podría haber durado todo el día, y créeme, ¡hacía calor! Así que metí la mano en el bolsillo y le di a la mujer 500 SSD más (unos 1,25 USD). Así, pude quedar como el «buen tío».
Llevamos todo a casa, descargamos el camión y guardamos todo. . Ahora era el momento de una ducha y una siesta. Este calor puede ser tal que alguien como yo, que no está acostumbrado, encuentra su energía simplemente agotada por eso.
Las provisiones que trajimos a casa serán preparadas con amor por las dos maravillosas mujeres que nos ayudan todos los días con la preparación de la comida y a lavar la ropa, Hosanna and Josephine.
