MARTES 19 DE OCTUBRE DE 2021
Nos levantamos para la misa a las 6:45 am. Después de un rápido desayuno, la Hermana Jacinta y yo salimos a observar a los estudiantes-maestros de Solidarity en la Escuela Primaria Masia aquí en Yambio.
No estaba preparada para las condiciones tan primitivas que encontramos: aulas pequeñas y poco iluminadas, abarrotadas de demasiados niños; bancos para sentarse pero sin pupitres para escribir; una pizarra de muy mala calidad que era difícil de ver; suelos de tierra, paredes de ladrillo por delante y por detrás, listones de madera sin terminar, colocados separados unos de otros para permitir la entrada de luz y aire fresco, a ambos lados.
No suena demasiado prometedor, ¿verdad? Pero inyecta en ese espacio a un grupo de jóvenes sudaneses brillantes y llenos de energía, y a un profesor que tiene muchas dotes naturales para la vocación de la enseñanza, que está recibiendo una espléndida preparación en el STTC, y que está lleno de energía y entusiasmo, y tienes los ingredientes con los que puede ocurrir algo bueno incluso cuando hay tantas carencias. El primer profesor que visitamos, Simon, enseñaba «P4», Primaria, lo que muchos de nosotros reconoceríamos como «Cuarto Grado». Simon había preparado un excelente plan de clases y se mostró muy atento al hablar con sus alumnos, que eran más de cincuenta en este pequeño espacio. Se dirigía a toda la clase y pedía con frecuencia que le respondieran: «¿Lo habéis entendido?» A lo que se oía un rotundo «¡SÍ!». Simón también se acercaba a los alumnos individualmente y les hacía preguntas, o les invitaba a subir a la pizarra para componer frases o hacer otras aportaciones. La lección pasó rápidamente, y los alumnos cantaron para la Hermana Jacinta y mientras nos despedíamos.
El segundo profesor que visitamos, Umemboa, impartía clases de «P6», sexto curso de primaria. A primera vista, su aula parecía un poco más grande y con mejor iluminación. Sin embargo, estaba llena de alumnos. Umemboa era igual de atrayente, enérgico y entusiasta mientras daba su clase.
Muchas caras bonitas de niñas y niños sursudaneses. Los alumnos iban vestidos con sus uniformes escolares u otros colores vivos. Todos tenían amplias sonrisas y estaban ansiosos por conocer y saludar a la Hermana Jacinta y a mí y darnos la bienvenida a su escuela.