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Reflexión sobre la Cuaresma y la Semana Santa

 

Nos encontramos, una vez más, acercándonos al misterio de la Pascua, de la resurrección, en medio de tantos signos, no de vida nueva y abundante, como promete Jesús, sino más bien de sufrimiento y muerte continuos.  Basta pensar en las noticias que encontramos cada día para recordar todas las situaciones del mundo que fácilmente podrían llevarnos a un sentimiento de desesperanza y desesperación: las guerras en Ucrania y en los Territorios Palestinos, la violencia en Haití, y las difíciles situaciones de tantos otros lugares, incluido el sufrimiento de Sudán y Sudán del Sur.

¿Qué podemos hacer las religiosas y los religiosos?  Parece que nuestros esfuerzos rara vez conducen a un cambio a gran escala.  Quizá tengamos que aprender a consolarnos con nuestros pequeños éxitos, con las semillas de esperanza y de nueva vida que plantamos cada día.  En Solidarity with South Sudan, nuestros misioneros tratan de plantar esas semillas todos los días, ya sea preparando maestros para las escuelas primarias, o preparando enfermeras y parteras para llevar la atención sanitaria a una población desatendida y subatendida, u ofreciendo oportunidades para la formación en la fe y el crecimiento espiritual, o incluso algo tan aparentemente sencillo como cuidar el suelo de la Madre Tierra con amor y esmero.  Pequeños gestos, pero gestos sembrados de esperanza, de que algo más grande pueda nacer de esos gestos.

He aquí un poema que habla, creo, de nuestra realidad contemporánea y nos ofrece algo de sabiduría y consuelo.  El gran teólogo protestante brasileño Rubem Alves, sobre el que trabajé en mis estudios, nos ofrece esta reflexión sobre la naturaleza de la esperanza:

¿Qué es la esperanza?

¿Qué es la esperanza?

Es un presentimiento de que la imaginación es más real

y la realidad menos real de lo que parece.

Es un presentimiento de que la brutalidad abrumadora de los hechos

que oprimen y reprimen no es la última palabra.

Es la sospecha de que la realidad es más compleja

de lo que el realismo nos quiere hacer creer

y que las fronteras de lo posible no están determinadas

por los límites de lo real

y que de forma milagrosa e inesperada

la vida prepara los acontecimientos creativos

que abrirán el camino hacia la libertad y la resurrección….

 

Los dos, sufrimiento y esperanza,

viven el uno del otro.

El sufrimiento sin esperanza produce resentimiento y desesperación,

la esperanza sin sufrimiento crea ilusiones, ingenuidad y embriaguez….

 

Plantemos dátiles

aunque los que los plantan nunca los comerán.

Debemos vivir por amor a lo que nunca veremos.

Esta es la disciplina secreta.

Es negarse a que el acto creativo se disuelva

en la experiencia inmediata de los sentidos

y un compromiso obstinado

con el futuro de nuestros nietos.

 

Este amor disciplinado

es lo que ha dado a profetas, revolucionarios y santos

el valor de morir

por el futuro que imaginaron.

Hacen de su propio cuerpo

la semilla de su mayor esperanza.

En muchos sentidos, el pueblo de Sudán del Sur y los misioneros de Solidarity siguen este camino.  El martirio «rojo» -el derramamiento de la propia sangre- se produce, sin duda y trágicamente, en Sudán del Sur y en todo el mundo.  Sin embargo, lo que se ha denominado martirio «blanco» -la opción, renovada cada día, de comprometerse con actos y gestos de esperanza y de hacer de toda la vida un testimonio de la esperanza cristiana- nos ofrece un testimonio igual de profundo.

 

«Somos un pueblo pascual.  Aleluya es nuestro canto»-San Agustín de Hipona

Date Published:

26 March 2024

Author:

Fr David Gentry, Mission Promoter

Article Tags:

Noticias, Sudán del Sur, Solidarity, Semana Santa, Madre Tierra, Esperanza, Misión

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