Trabajando por la paz y la reconciliación en Sudán del Sur

Sudán del Sur, la nación más joven del mundo, se ha visto profundamente marcada, desde que obtuvo la independencia en 2011, por un prolongado conflicto, por la inestabilidad política y por la fragilidad de su economía. La creación del Estado llegó acompañada de gran optimismo, pero luego el país se ha visto afectado por una recurrente violencia, por el desplazamiento generalizado de la población y por la gran fragilidad de las estructuras de gobierno. Estos retos han ido socavando su cohesión social de modo notable, y han debilitado las instituciones dejando profundas cicatrices físicas y psicológicas en la población.

En este contexto tan frágil ha surgido Solidarity with South Sudan, iniciativa católica inter-congregacional, constituyéndose en actor clave, muy comprometido con la construcción de la paz, la reconciliación y la reconstrucción social a nivel comunitario. Basa su misión en la promoción de una coexistencia pacífica, en la superación de traumas y en un desarrollo sostenible que fomenta la educación, la atención sanitaria, la agricultura y el empoderamiento de la comunidad. A diferencia de otras intervenciones a corto plazo, Solidarity busca, con su peculiar enfoque, fomentar la resiliencia y varios cambios a largo plazo, tanto a nivel comunitario como institucional.

La reconciliación como proceso continuo

Según su reciente director ejecutivo, padre Hyacinthe Loua, SJ, sigue siendo urgente la labor de reconciliación, aún no lograda. Subraya Loua que la tarea pendiente va más allá de las relaciones interpersonales, ya que atañe al liderazgo político y al modo de gobierno: “Todavía tenemos que trabajar mucho en la cuestión de la reconciliación y el tema de la convivencia. Vivimos aún en un país en guerra. Nuestra misión es ayudar a las personas a convivir. Y no solo a la población, sino también a quienes dirigen el país.”

Los obispos de Sudán del Sur, en sus recientes cartas pastorales, han adoptado esta perspectiva y han hecho un llamamiento al diálogo, a la reconciliación y la paz. Su postura aporta legitimidad espiritual y peso político, reforzando así la misión de Solidarity with South Sudan, y subrayando que forma parte de una más amplia respuesta eclesial y social al conflicto.

El padre Loua reconoce que “el camino hacia la paz duradera y hacia la reconciliación en Sudán del Sur ha estado sembrada de problemas. A pesar de los esfuerzos por abordar las causas que subyacen al conflicto entablando diálogos a nivel nacional, acuerdos de paz y marcos internacionales de consolidación de la paz, el proceso de sanación y reconstrucción de la confianza entre las comunidades locales sigue en gran medida pendiente.” El violento choque entre ellas sigue siendo un obstáculo para la verdadera reconciliación en Sudán del Sur.

Educación y consolidación de la paz

La educación se perfila como uno de los retos y prioridades más urgentes. El padre Loua describe la educación como de primera necesidad para lograr un desarrollo sostenible y una estrategia de consolidación de la paz: “Un significativo porcentaje de la población de Sudán del Sur ha emigrado o se ha visto desplazada como consecuencia del conflicto y de la inestabilidad. Pero para aquellos que permanecen en el país, el acceso a una educación de calidad constituye una necesidad fundamental. Es muy evidente la escasez de profesionales cualificados en el sector sanitario. La falta de personal debidamente preparado bloquea la capacidad de prestar a la población los servicios más elementales. Esto hace que la educación se perfile no solo como una prioridad para el desarrollo, sino como el pilar fundamental de la recuperación y la estabilidad nacional.”

Este panorama da la razón a aquellos estudios que sitúan la educación en el marco de la “paz positiva” (Galtung, 1996), según la cual toda transformación estructural (que se inicia desarrollando aptitudes, fomentando la formación y la difusión de conocimientos) se convierte en condición previa para una paz sostenible.

En este sentido, la educación no solo es fundamental para el desarrollo económico, es a la vez un elemento que constituye la verdadera reconciliación, que fomenta la capacidad crítica, la responsabilidad cívica y la confianza social. Y todo ello tiene que ver con el marco para el desarrollo nacional de Sudán del Sur, llamado Visión 2040, que considera que “una nación educada e informada” es uno de sus pilares. Estima que la educación es un catalizador del desarrollo: “Libertad, igualdad, justicia, paz y prosperidad para todos (2015)”.

Paz, confianza y cohesión social

Más allá de la educación, la paz en sí misma se plantea como un desafío que requiere refuerzo constante. Las reflexiones del padre Loua sugieren que la reconciliación debe entenderse en primer lugar como reducción de los conflictos, pero además como transformación cultural: “reconstrucción gradual de la confianza, la solidaridad y la coexistencia entre comunidades muy diversas”. Esta visión refleja las teorías de sanación social, que sostienen que las sociedades posbélicas requieren tanto una reforma de las estructuras como una transformación de las relaciones que supere los ciclos de violencia.

Ya se advierten avances concretos. Solidarity with South Sudan ha contribuido de manera notable a la formación de catequistas y líderes en la comunidad cristiana, especialmente en las zonas rurales, donde escasean sacerdotes y profesionales. Según el padre Loua, y así lo creen los miembros fundadores de Solidarity, la curación del trauma es esencial en una sociedad marcada por una violencia generalizada y por el trauma intergeneracional. Si no se abordan estas problemáticas psicológicas, los esfuerzos de reconciliación corren el riesgo de quedarse en algo superficial.

También la formación agrícola contribuye directamente a una mayor seguridad alimentaria, porque aborda la vulnerabilidad estructural que aumenta la inestabilidad. Como señala el padre Loua, dotar a los agricultores de técnicas más sofisticadas mejora sus medios de vida y refuerza la resiliencia local. La formación de docentes sigue siendo un eje central, que se fundamenta en la convicción de que un educador actúa como multiplicador y transmisor de conocimientos, valores y capacidades cívicas a las generaciones futuras: “Si queremos desarrollar el país, tenemos que formar unos docentes, que formen a los jóvenes”. La misión de Solidarity with South Sudan ilustra la relación que existe entre la consolidación de la paz, la educación y el desarrollo comunitario en los Estados frágiles.

El padre Loua insiste en que el trabajo requiere no solo participación local, sino también solidaridad internacional: “Solidarity está abierta a todo el que desee ir allí y trabajar allí”. Sus palabras reflejan la convicción inquebrantable de que, a pesar de la magnitud de los problemas, es posible lograr un progreso gradual. Su exposición refleja tanto la complejidad de los retos como la esperanza inquebrantable de que una transformación, aunque ardua, es posible.